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Ha llegado el bienaventurado día, y mi respiración se ha mantenido acelerada por la excitación del momento. Dentro de poco pasaré a formar parte de la eternidad, mi vida, mis elementos esenciales, todo lo importante de mis características personales serán finalmente llevadas a la inmortalidad. Me siento nervioso y creo que mis hermanos, mis padres, mis abuelos y todos mis ascendientes debieron haberse sentido igual. Finalmente podemos compartir este momento, podremos estar juntos, ser uno para la posteridad.
La última noche transcurre en la dependencia central, ahí se llevará a lugar el procedimiento. Es el pago por nuestra dedicación y fidelidad al sistema. Son las maquinas quienes nos orientan, y somos nosotros quienes las operan, es una retribución justa. Son nuestros padres celestiales, y nosotros sus ángeles protectores.
Quienes no obedecen las reglas básicas de la sociedad, deben ser catalogados como terroristas del sistema, ser perseguidos, y ser eliminados en los fuegos del averno; donde jamás lograrán volver a nuestra tierra, nuestra prometida vida, nuestra prometida eternidad.
Mi familia sabía donde daría a parar, y todos se mantenían orgullosos por nuestra devoción y cuidado. Como dicen las disposiciones, nadie puede acompañarnos en este proceso, es por tal que las despedidas siempre suelen realizarse los días previos. Lloramos, reímos, nos prometemos el reencuentro.
Soy objeto de scanner y diversos análisis por parte de una serie de computadoras. Ven mi vida, mi número de servicio, el código de familia, mis genes, todo. Ello me causa extrañeza y, percatándose de ello, me informan que todo es parte del protocolo. Nada ha de ser suspendido, ya no hay vuelta atrás. Reconozco que estoy nervioso, y que dichas palabras me inquietan, pero no puedo desconfiar de ellas, me lo han dado todo, me han asegurado la vida.
Luego de muchas horas, finalmente soy enviado al salón principal. Me siento expectante, bajo cierta congoja, una curiosa mezcla. Soy trasladado en una camilla mecánica, a través de pasajes grises y luminosos. Quiero volver con mi familia, pero ello sería una deshonra, he cumplido mi vida útil, nadie por sobre los 60 años puede seguir en pie.
La cúpula se abre, la dependencia central del mundo, nuestro viaje final, el paraíso. La camilla se vuelca en una posición recta, permitiéndome ver lo poco que hay en su interior: Una gran máquina, sosteniendo un enorme recipiente lleno de un líquido viscoso y rojizo, debajo de todo una silla con un agujero en su respaldo, todo lleno de circuitos. El momento ha llegado.
Soy sentado, y en cuanto los circuitos atan mis manos y mis pies, me percato del intenso miedo que siento, deseo gritar, huir, dejar todo de lado, pero en eso siento que el respaldo de la silla atraviesa mi espalda, perfora mis vertebras, y ya no puedo hablar ni gritar. El dolor es desastroso.
¿Es esto lo que realmente quise? ¿El dolor es acaso la prueba final? No, debo creer en las maquinas, debo creer en los dioses… ¡debo!
Mi vista comienza a nublarse, mientras siento la tensión en mis músculos, en mis nervios, en mi garganta. Algo aspira dentro de mí, y tan sólo en pocos minutos…. Nada queda.
La pieza se ve sangrienta dentro del gris característico de la ciudad. Los genes de la vida son depositados en el recipiente. Todos juntos, padres, hijos, hermanos. Todo parte del ciclo de la reutilización.
¿El paraíso? Ello no existe, sólo la perfección y la coordinación del hombre con la maquina. La eternidad yace como un engranaje más del todo. Somos genes, nada más.
La última noche transcurre en la dependencia central, ahí se llevará a lugar el procedimiento. Es el pago por nuestra dedicación y fidelidad al sistema. Son las maquinas quienes nos orientan, y somos nosotros quienes las operan, es una retribución justa. Son nuestros padres celestiales, y nosotros sus ángeles protectores.
Quienes no obedecen las reglas básicas de la sociedad, deben ser catalogados como terroristas del sistema, ser perseguidos, y ser eliminados en los fuegos del averno; donde jamás lograrán volver a nuestra tierra, nuestra prometida vida, nuestra prometida eternidad.
Mi familia sabía donde daría a parar, y todos se mantenían orgullosos por nuestra devoción y cuidado. Como dicen las disposiciones, nadie puede acompañarnos en este proceso, es por tal que las despedidas siempre suelen realizarse los días previos. Lloramos, reímos, nos prometemos el reencuentro.
Soy objeto de scanner y diversos análisis por parte de una serie de computadoras. Ven mi vida, mi número de servicio, el código de familia, mis genes, todo. Ello me causa extrañeza y, percatándose de ello, me informan que todo es parte del protocolo. Nada ha de ser suspendido, ya no hay vuelta atrás. Reconozco que estoy nervioso, y que dichas palabras me inquietan, pero no puedo desconfiar de ellas, me lo han dado todo, me han asegurado la vida.
Luego de muchas horas, finalmente soy enviado al salón principal. Me siento expectante, bajo cierta congoja, una curiosa mezcla. Soy trasladado en una camilla mecánica, a través de pasajes grises y luminosos. Quiero volver con mi familia, pero ello sería una deshonra, he cumplido mi vida útil, nadie por sobre los 60 años puede seguir en pie.
La cúpula se abre, la dependencia central del mundo, nuestro viaje final, el paraíso. La camilla se vuelca en una posición recta, permitiéndome ver lo poco que hay en su interior: Una gran máquina, sosteniendo un enorme recipiente lleno de un líquido viscoso y rojizo, debajo de todo una silla con un agujero en su respaldo, todo lleno de circuitos. El momento ha llegado.
Soy sentado, y en cuanto los circuitos atan mis manos y mis pies, me percato del intenso miedo que siento, deseo gritar, huir, dejar todo de lado, pero en eso siento que el respaldo de la silla atraviesa mi espalda, perfora mis vertebras, y ya no puedo hablar ni gritar. El dolor es desastroso.
¿Es esto lo que realmente quise? ¿El dolor es acaso la prueba final? No, debo creer en las maquinas, debo creer en los dioses… ¡debo!
Mi vista comienza a nublarse, mientras siento la tensión en mis músculos, en mis nervios, en mi garganta. Algo aspira dentro de mí, y tan sólo en pocos minutos…. Nada queda.
La pieza se ve sangrienta dentro del gris característico de la ciudad. Los genes de la vida son depositados en el recipiente. Todos juntos, padres, hijos, hermanos. Todo parte del ciclo de la reutilización.
¿El paraíso? Ello no existe, sólo la perfección y la coordinación del hombre con la maquina. La eternidad yace como un engranaje más del todo. Somos genes, nada más.
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Punto de inflexion
"¿Cómo vas?" decía el mensaje que acababa de recibir. No había terminado de arreglarme y debía llegar a encontrarse en 20 minutos. Quería verme mejor que las otras veces, pero sin que pareciera que me había esforzado. Bueno, es suficiente pensé. "Lo siento, voy saliendo" le escribí y salí de mi casa. En serio vamos a vernos. Me emocionaba, sentía la adrenalina en mi cuerpo. Quería saber si él sentía lo mismo. Llegué por fin al lugar acordado. Buscando esa cabellera despeinada que me encanta, me sorprendí al verlo. Tuve mi respuesta, se había peinado.
Literature
El Cerebro del Filosofo
El Cerebro del Filósofo
I
¿Quién iba a pensar que un cerebro de elefante, dos cerebros de vaca, un cerebro de caballo, y media docena de cerebros de pollo me iban a permitir volver a hablar con el abuelo?...
Aquella tarde me encontró arrastrando al pobre viejo en un maletín, por aquella avenida, la misma avenida por donde él había caminado durante tantos años. No pude evitar preguntarme si alguna vez en el futuro le darían a aquella avenida el nombre de mi abuelo, así como la gente de Konigsberg había hecho con Kant tantos y tantos años atrás; después de todo, ¿Por
Literature
Diagramacion de textos, 6a
Diagramación de textos: Puntuación 6ª parte
Algunos de ustedes me han pedido ayuda con respecto a los signos de puntuación y cómo utilizarlos; si bien considero que el uso de los signos de puntuación depende del texto y el estilo del autor, voy a compartir con ustedes la técnica que utilizo yo por si les es de ayuda, en todo caso, les recomiendo practicar hasta que definan su propio estilo y estén cómodos con él.
En primer lugar, tenemos que considerar los párrafos. Es importante que cuando se sienten a escribir una historia, sepan que deben dividirla en párrafos; la meta es que c
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¡Hola, hola! Bueno, aquí les dejo otro de mis cuentos antiguos, ni tan viejo la verdad. Lo escribí para un concurso sobre relatos de ciencia ficción, que aconteció hace unas pocas semanas. Así que nuevamente estoy expectante esperando a ver qué tal me va.
Debo reconocer que estos últimos días no he estado con mucho ánimo para escribir. Pronto entraré de nuevo a la Universidad entre un montón de otros líos, pero ya pronto comenzaré a subir periódicamente, es lo qué mas deseo. Así que le prenderé velitas a la musa o algo.
Bueno, no les quitaré mayor tiempo, solo espero que lo disfruten ^^
Debo reconocer que estos últimos días no he estado con mucho ánimo para escribir. Pronto entraré de nuevo a la Universidad entre un montón de otros líos, pero ya pronto comenzaré a subir periódicamente, es lo qué mas deseo. Así que le prenderé velitas a la musa o algo.
Bueno, no les quitaré mayor tiempo, solo espero que lo disfruten ^^
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La verdad excelente!!!